Las «teen series» como producto de consumo
juvenil
El concepto de cultura juvenil en un contexto me -
diático se genera en parte por un planteamiento mercantilista
que ha acabado creando productos tanto en
el campo televisivo como en el cinematográfico (Le -
wis, 1992). Este fenómeno se lleva a concretar en
«TV movies» dirigidas a un público adolescente y jo -
ven, que retroalimentan la creación de ficción seriada
hasta el punto de abastecer parte de la programación
de cadenas generalistas y copar los contenidos de
canales temáticos de televisión que tienen al «target»
juvenil como público potencial.
Las «teen series» constituyen uno de los contenidos
estrella del mercado mediático en torno a la cultura
juvenil. Pese a que no hay suficientes antecedentes
teóricos sobre el concepto de las «teen series» como
para hablar de un género autónomo e independiente,
sí hay elementos que permiten caracterizar su contenido
y presencia en la oferta televisiva. A modo de síntesis,
se constata el denominador común de las «teen
series», o sea el «target» adolescente al que se dirigen,
y su relación con la «teen TV» genérica, es decir el
conjunto de productos televisivos y multimediáticos
ex presamente pensados para y dirigidos a los «teenagers»
(Fedele & García-Muñoz, 2010b). Las «teen se -
ries» se pueden considerar productos de ficción se -
riada, generalmente de corte dramático, dirigidos principal
y específicamente al público juvenil, de entre 40
y 60 minutos de duración, producidos a partir de la
década de los noventa especialmente en países angló-
fonos y que narran las historias y las vidas de personajes
adolescentes. Pueden tener un único personaje o
un grupo que se constituye como protagonista, se centran
en la época de la «high school» y se caracterizan
por la centralidad de tramas sobre relaciones interpersonales,
sobretodo de amor y amistad (Guarinos, 2009).
Los productos audiovisuales dirigidos a los jóvenes
y protagonizados por ellos nacen prácticamente en los
años cincuenta en terreno cinematográfico y se instalan
en los canales de televisión a partir de los años
sesenta con la ayuda de la temática musical y la presencia
de personajes jóvenes y adolescentes (Mosely,
2001). Ambos elementos aparecen tanto en seriales
como en sitcoms que sitúan sus
escenarios en el ámbito fa mi -
liar. Sin em bargo es en la década
de los ochenta cuando proliferan
de forma substancial los
géneros de la ficción que tiene
como protagonistas o coprotagonistas
a adolescentes y jóvenes.
En este periodo, varias
«soap operas» de éxito internacional
empiezan a in corporan
personajes jóvenes en el reparto
y muchas sitcoms, en primer
lu gar, de origen norteamericano,
tienen a los adolescentes
como protagonistas absolutos1. Sin olvidar los fines econó-
micos de las producciones de
ficción (Davis & Dickinson,
2004), el concepto de «teen series» se genera precisamente
en relación con los contenidos televisivos dirigidos
expresamente a los adolescentes y/o jóvenes. Este
formato selecciona contextos ya habituales en otras
ficciones de interés juvenil como son la familia y la
escuela. Los escenarios representados son por tanto el
hogar de uno o varios protagonistas y los espacios, más
interiores que exteriores, de centros de enseñanza
secundaria principalmente2. Estas manifestaciones no
derivan en un mayor interés hacia las tramas familiares,
ya que son precisamente las relaciones sociales
generadas por el grupo de iguales, los amigos, las que
copan las temáticas de las «teen series». Estos productos
audiovisuales recrean y ofrecen a la audiencia una
transcripción simbólica de la realidad que interviene
en forma alguna en el proceso de construcción de la
identidad de los jóvenes, en la mayoría de los casos
mediante las relaciones parasociales que se generangracias a los personajes de ficción (Livingstone, 1988).
Relaciones que forman parte de las funciones sociales
que tiene la ficción, como son la narrativa, la fabuladora,
la ritual, la barda, la modeladora, la familiarizadora,
la comunitaria, la socializadora y la identitaria
(Fiske & Hartley, 1978; Davis; 1990; Casetti & Villa,
1992; Signorielli & Lears, 1992; Arnett, Larson &
Offer, 1995; Keddie & Chur chill, 1999; Buonanno,
1999, todos citados por Fedele & García-Muñoz,
2010b), y que de alguna forma inciden en las audiencias
a partir de los procesos de significación en el estudio
de recepción
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